A las obras de Juan Ripollés ( Castellón de la Plana, 1932) les sienta bien la ciudad, la vida al aire libre. La relación que ha establecido es estrecha y beneficiosa para ambas: la ciudad les aporta vida y movimiento y su presencia transforma las calles y plazas castellonenses en lugares emblemáticos.
Son trece obras en total, un número mágico, cada una de ellas con su propia identidad, pero también unidas con una alianza que las hace fuertes. Enormes figuras como Les Cordeliers, otras simbólicas como la Hembra del Mar y sus espectaculares murales consiguen una unión armoniosa entre urbanismo y arte contemporáneo. Un recorrido por las esculturas, las pinturas y los murales y que el beato Ripo tiene en plazas, edificios y calles de Castellón de la Plana muestra una ciudad que, como dijo Aristóteles, existe por naturaleza.
El recorrido para ver Castellón a través de los ojos de Ripollés es perfecto para cualquiera con inquietud por el arte contemporáneo, por las nuevas tendencias y por descubrir la relación de la escultura moderna con la ciudad, la arquitectura y la naturaleza.
El artista explica que ve Castellón como una capital de contrastes y eso es lo que ha intentado traducir en sus obras. “Mis obras forman tanto parte de mi, como de Castellón, por eso prefiero verlas expuestas en la calle que encerradas entre cuatro paredes. Me gusta el contacto con la gente, me hace sentir que la ciudad está viva”, asegura.
Las esculturas de Ripollés, muchas de ellas sin derecho ni revés, remiten al espectador a un concepto revolucionario del arte y también a la rebeldía y a la dualidad del propio artista. El propio Ripollés explica: “Mis esculturas no tienen delante y detrás. No me pregunten porqué. Ni yo mismo lo sé.
Pero también llevan a la fuerza del Mediterráneo, que le contagia su poder, y una tierra, con la que se siente identificado. Prueba de ello es Mas de Flors, su vivienda y estudio, una casa vivida y construida lentamente, donde el aire es misterioso y alegre. Allí el artista trabaja, piensa, medita y, sobre todo, vive. Y vive rodeado de una tierra y una naturaleza que luego refleja en su obra.
El paso del tiempo ha pulido los suelos de Mas de Flors y las paredes se han teñido del color de los años y es allí donde Ripollés adorna su mensaje con lenguajes estéticos e imágenes plásticas, pero sin dejar de ser libre y humano porque para él el arte procede de una libertad buscada y de su humanidad porque “ el arte es capaz de humanizar hasta el arte.
La ruta propuesta muestra una forma diferente de recorrer la capital de la Plana merced al arte de Juan Ripollés. Y enseña la ciudad a su modo, con todo su esplendor y con la grandeza de un artista que asegura no saber si es el creador o el creado.
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