La inteligencia emocional en clases de idiomas
El contexto educativo con el que hemos crecido solo atendía a unos tipos de inteligencia determinados, sin ser consciente de la gran variedad de maneras que tiene nuestro cerebro de procesar la información. No obstante, en este contexto, Gardner desarrolló su teoría sobre las inteligencias múltiples, de la cual todos los docentes hemos escuchado hablar.
En este artículo, nos gustaría profundizar en uno de los tipos de inteligencia, debido al impacto directo que esta tiene sobre nuestra autoestima, nuestra manera de pensar y nuestra forma de procesar la información. Gardner la definiría como inteligencia intrapersonal e interpersonal y, más tarde, Goleman y otros autores la denominarían globalmente como inteligencia emocional.


¿Qué es la inteligencia emocional? ¿Por qué es importante en clases de idiomas?
Se trata de una forma de procesar la información en la que el individuo es capaz de reconocer sus propias emociones y las de los demás, sabe etiquetarlas correctamente, sabe gestionarlas adecuadamente y esto les sirve para guiar sus pensamientos y acciones hacia sus objetivos o para adaptarse a un determinado contexto.
Por lo tanto, en los últimos años se está prestando mayor atención a este tipo de inteligencia en los contextos educativos, ya que influyen directamente en la autopercepción de los estudiantes, en su autoconcepto y en su autoestima, afectando por ello a su motivación, su memoria y su capacidad de adaptabilidad a la hora de aprender una segunda lengua.
Un ejemplo que puede servirnos para entender este concepto es imaginarnos lo siguiente: ¿qué estudiante podrá avanzar más en su nivel de una segunda lengua, aquel cuya autoestima es fuerte y sabe sobreponerse a los posibles obstáculos, o aquel cuya autoexigencia le haga tener mucho miedo a equivocarse, afectando a su autoestima y castigándose en exceso cada vez que comete un error? La pregunta se responde sola.
Además, como sabemos, las limitaciones que encontramos a la hora de hablar una segunda lengua durante nuestro proceso de aprendizaje hacen que desarrollemos una personalidad determinada en otras lenguas, la cual, como docentes, debemos ayudar a desarrollar de una forma segura, haciendo que trabajar la inteligencia emocional del estudiante se vuelva un requisito esencial en el aula.
¿Cómo podemos trabajarla con nuestros alumnos?
A continuación, os indicamos algunos elementos que pueden serviros para aprender a desarrollar la inteligencia emocional de vuestros alumnos y a cómo trabajarla en clases de idiomas:
- Saber desarrollar nuestra propia inteligencia emocional: para comenzar, la mejor estrategia para saber ayudar a nuestros alumnos a desarrollar su inteligencia emocional es saber desarrollar la nuestra. Como docentes, tenemos que enfrentarnos a muchas situaciones diferentes, trabajar con personas muy distintas y adaptar nuestro trabajo según el perfil del estudiante. Por lo tanto, es importante saber gestionar las emociones que nos puedan surgir como docentes en el aula y saber conducir esas emociones hacia el objetivo de la clase para saber cómo adaptarnos a cada situación.
- Fomentar un buen clima de clase: en este aspecto no solo se debe tener en cuenta el trato profesor-alumno y viceversa, si no también el trato entre los alumnos, el nivel de implicación de los alumnos con la clase y con el centro de enseñanza e incluso se puede tener en cuenta la disposición del aula y la decoración con el fin de crear un ambiente de confianza. Es muy importante trabajar en grupo la desestigmatización del error, el ánimo entre compañeros y resaltar los ámbitos en los que el alumno se desarrolla con más facilidad. Esto fomentará un ambiente de seguridad y confianza en los alumnos, creando así un espacio perfecto para el aprendizaje.
- Establecer objetivos individuales y grupales con los estudiantes que generen motivación: implicar a los alumnos en su evaluación y en su proceso de aprendizaje les hace adoptar un rol activo que genera una motivación intrínseca en el aprendizaje. Además, ayuda a establecer objetivos reales en cuanto al nivel de partida, la dedicación y la facilidad/dificultad que tengan en cuanto al aprendizaje de idiomas. De esta manera, hacemos responsables a los alumnos de su propio proceso de aprendizaje.
- Crear actividades y sesiones dinámicas y significativas: de esta forma, mantenemos la atención y el componente de implicación por parte de los estudiantes. Estos deben sentir que lo que se aprende en el aula, les es de utilidad en la vida real. Por correspondiente, al verse más capaces en situaciones reales, su autoestima en cuanto al idioma aumentará y favorecerá el aprendizaje de la lengua meta.
- Trabajar la emocionalidad en clase: al elaborar actividades para clases de idiomas, podemos adaptarlas a un sinfín de elementos. Por ejemplo, podemos aprender a identificar en el otro emociones y denominarlas en el idioma que se está aprendiendo o podemos enseñarles a acompañar al otro en el idioma que se está trabajando. También es una buena actividad para casa enviarles un cuaderno de emocionalidad, en el que todos los días deben dedicar 5 minutos a responder a varias preguntas sobre cómo se encuentran: esto favorece el autoconocimiento, la autoescucha y la autocompasión.
Estos son solo algunos ejemplos de acciones que podemos llevar a cabo como docentes para mejorar nuestra propia práctica y mejorar la autoestima de nuestros alumnos en cuanto al aprendizaje de segundas lenguas, aunque existen otras muchas formas de investigar este campo.
La inteligencia emocional es la llave para activar nuestro potencial y ser, no solo estudiantes capaces, si no humanos que saben gestionarse a sí mismos y las relaciones con los demás.
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